“En la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, a once de
octubre de mil ochocientos diez el Muy Ilustre Cabildo de esta ciudad y su
jurisdicción, a saber: el señor Teniente
Justicia Mayor don José Antonio Guerrero, los señores Alcaldes Ordinarios don
José Enrique Rojas y don Antonio María Guerrero, con asistencia del señor
Procurador General Antonio Miguel Mora, y varios vecinos de distinción que han
ejercido los empleos públicos y concejales de este Cuerpo: en Cabildo extraordinario y abierto que se
celebró para tratar de la seguridad y conservación de los territorios.
De su mando para su legítimo Soberano el señor Don Fernando
Séptimo, que solo deposita estos derechos a su administración política y
económica. Informados e instruidos
suficiente de lo acaecido con nuestros hermanos en Europa a causa de la
invasión de los franceses en las Andalucías, y disuelto por esta causa el
gobierno nacional; e instruidos plenamente por los derechos de los pueblos, lo practicado por estas previsiones
en la Capital de Venezuela y Provincias integrantes de la Capitanía General; lo
así mismo practicado en la capital del Virreinato de Santafé; y que aunque la
de Maracaibo no había adoptado el nuevo gobierno instalado en Caracas y
Santafé, Mérida, la dichosa Mérida, con las justas razones de ser capital por
lo eclesiástico y otras de evidente utilidad, había erigido su Junta Superior,
para ser verdaderamente Provincia que comprenda diversas jurisdicciones, ha pretendido de este Ilustre
Cabildo nos uniésemos a la expresada Capital; y que supuesto que en varias
ocasiones se ha pedido por este Cuerpo el auxilio a quien correspondía y se ha
dilatado, en términos que este Ilustre Cabildo, sin embargo de ser indefenso,
ha sostenido largo tiempo su obediencia a la Capital que era de su Provincia;
no pudiendo exponer la sangre inocente al fijo derramamiento, por estar con
tropas en el Rosario la Junta Superior
de Pamplona, y con tropas del señor Marqués del Toro en la jurisdicción de Trujillo,
y las de Mérida ya en el territorio; en lance de esta naturaleza resolvió
unirse a la Junta Superior de Mérida, desprendiéndose de Maracaibo, imponiendo
a la de Mérida que tiene hermanos y compañeros en la causa común, y mucha
voluntad en defender sus derechos, pero falta el numerario; y receloso este
Cabildo de alguna invasión por los diversos puntos de desembarco, se haga
presente en oficio de remisión de la Acta de adhesión, concordia, unión y
subordinación al señor Comandante General y emisario de su Excelencia, para que
por su órgano se dirija a la Junta Superior de la Capital de Mérida, y que el Señor
Emisario pase a esta ciudad a cumplir las comisiones de la de Mérida , cuando
estime conveniente: que se saquen los
testimonios autorizados de esta resolución para dirigir al señor
Gobernador de Maracaibo y a su Muy
Ilustre Cabildo, al Cabildo de la Villa de San Cristóbal, al señor Comandante
General de los Valles de Cúcuta. Que
vaya en comisión de Diputado a los señores Comandante General y Emisario el Administrador de Real Hacienda
don Antonio Gabriel Moré, para que trate a la vez con dichos señores asuntos de
nuestra conservación. Contéstese el
oficio de los señores Presidente y Vicepresidente de seis de los
corrientes. Con lo que concluyeron y
firmaron en este papel común por no haberlo sellado. José Antonio Guerrero, José Enrique Rojas,
Antonio María Guerrero, Antonio Miguel Mora, José Ignacio García, José Ignacio
Sambrano, José Gabriel Noguera, Juan Vicente Montoya, José Felipe Contreras,
Juan Vicente Montoya, Juan José Mora,
Francisco
Guerrero, Francisco Agreda, Juan Casiano Sambrano, Antonio María García, Antonio
Gabriel Sambrano, Juan José García, Juan de Dios Guerrero, Manuel María Montoya, Ignacio Alejo Rincón, Blas
José Contreras, Idelfonso Pernía, José Buenaventura Contreras, José Redondo
Contreras, Antonio Gabriel Montoya, Gabino Guerrero. Nepomuceno
Noguera, José María Morales. Juan
Eusebio Contreras”. Es copia de su
original, de que nosotros los referidos
Vocales certificamos por defecto de Escribano público y Real. José Enrique Rojas , Antonio María Guerrero,
Antonio Miguel Mora”.
MAS QUE TODO FUE UNA
DECLARACION DE FE
Sin embargo, el Cabildo de La Grita para curarse en salud,
deja constancia en el Acta de que había sostenido largo tiempo su obediencia a
Maracaibo, pero que lo obligaban a ese paso, su indefensión y las fuertes
presiones de las Juntas de Pamplona,
Mérida y las tropas del Marqués del Toro que estaban en jurisdicción de
Trujillo. Era lógica y natural aquella
reticencia. Si muchos pueblos dudaron y
otros se aferraban a sus recalcitrantes posiciones, La Grita tenía más derecho
que nadie a las palabras medidas y cautelosas.
Salvo los pueblos de la Cordillera, desde San Antonio del
Táchira hasta Timotes, ninguno conocía en ese entonces el temor de la revancha,
de la retaliación. La Grita sí lo
conocía, porque sufrió en carne propia las persecuciones, las prisiones, los
embargos, todo aquello que configuraba un clima de perseguidos políticos. Eso lo vivió La Grita en la reacción
anti-comunera de los años posteriores a 1782.
Y por mucho tiempo se prolongó, no la persecución, sino la vigilancia,
el saber que sus pasos eran observados.
Flotaba en el aire la amenaza de aquella fuerza permanente , que se
mantuvo allí después de los sucesos
comuneros del 81. Su Jefe o su Cabo, era
el Justicia Mayor, la primera autoridad civil a la vez que la militar, y esto
servía para recordarles todo lo pasado.
Claro que La Grita dudaba.
¿Era absolutamente cierto que en Caracas y Mérida y tantas partes había sucedido
aquello? ¿Y si era falso? ¿Iban a quedar otra vez solos los pueblos de
Los Andes, como en la pasada oportunidad comunera? Eran interrogantes angustiosos, los que se
planteaban los Cabildantes griteños. Pero
La Grita, a pesar de la duda o quizás contra la duda, firmó su Declaración de Independencia, que más que todo
fue una declaración de fe.
Los Cabildantes acuerdan enviar esa Acta, que titulan de
Adhesión, Concordia, Unión y Subordinación, al Señor Comandante General y
Emisario de la Junta superior de Mérida, Luis María Rivas Dávila, quien debía
estar vecino esperando el resultado.
Diputan para ello el Administrador de la Real Hacienda, Don Antonio
Gabriel Moré, quien por cierto no aparece entre los firmantes del Acta.
Fuente: La
Grita una ciudad que grita su silencio.
Historia del Espíritu Santo de La Grita. Tomo II págs. 162-163-164. Por
Lucas G. Castillo Lara. Ediciones Del Congreso de la República
Caracas-Venezuela.
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